Midnight in Paris

Midnight in Paris.

El tiempo pasado siempre fue mejor. Quizás sea el lema por excelencia de esta película, que atrapa la magia de París en cada una de sus escenas llevándonos a través de sus maravillosos Boulebards, a ritmo del mejor Jazz de los años 20.

La película comienza con una sucesión de imágenes de la ciudad de la luz, con fondo de Si tu vois ma mère, desde la mañana hasta la más cerrada noche, pasando por la Place Vendome, la torre Eifel, los jardines Eliseos, Montmartre, el Sena… de una forma completamente hipnótica, un bello canto de amor a Paris. Termina la música y conocemos a Gil e Inés, una acaudalada pareja americana, que está de visita por la ciudad del amor. Los caracteres de ambos no podían ser más opuestos, ella arrogante, niña de papá, pija, realista y con un futuro muy claro en su mente. Él un escritor soñador, con la cabeza en la luna, amable, simpático pero demasiado bohemio para ella.

Y de repente ocurre la magia aparece y la trama da un completo giro que termina con Gil, en el París de los años 20, su edad de oro, donde los mejores artistas de la época: Fitzgerald, Hemingway, Gertrude Stein, Picasso, Daly, Buñuel, Toulouse-Latrec, Degas… se juntan en un sinfín de fiestas, cafés y reuniones en el maravilloso París de los años 20. Un libro, una musa interpretada magníficamente por Marion Cotillard, y un nuevo traslado en el tiempo harán que Gil se de cuenta de algo muy importante ¿El qué? Para eso tendréis que ver la película.

Uno de los mejores trabajos de Woody Allen, la película más taquillera de su carrera, más que una carta de amor a París es un canto a sus mitos culturales y a sus diferentes épocas de esplendor, donde la noche parisina sirve de encuentro y unión de todos ellos.